(30/julio/2013)
Ya no soy aquel que solía ser alegre,
que no importara el cuándo y el dónde era feliz, mantenía la misma
mirada para todos, ya no . Los ojos llenos de vida se vuelven
cristalinos con los palos que te da vivir, cada noche se hace más
larga y los sueños más cortos, las ilusiones menguan y las deudas
del corazón aumentan, mientras que la razón no cumple con su labor
sin cesar de torturarnos por lo que perdimos, o por lo que nunca
tuvimos. Perderme en la infinita oscuridad del inmenso cielo
nocturno, a veces, simplemente es lo que deseo: desvanecerme, como el
polvo que crece como <fantasma de no se sabe de qué parte
surgido>, pero que ahí está.
Me dispongo a soñar, pero comienzo a
creer que los sueños no existen como tales, son meras invenciones
del propio ser para poder seguir siendo.
Llega la noche, y en lugar de esperar
con ilusión el día siguiente, sin ánimos, me despido del presente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario