Mi cuna se encontraba cerca de los pilares de vida, donde Sol y Luna respiraban por heridas, donde las estrellas me cantaban nanas para dormir mientras la Luna creciente me mecía y el Sol me arropaba. Crecí en los limites que confinaban la vida, crecí como los hombres que desean del cielo, como los ángeles con el deseo del sexo. El frio de la soledad me hablaba, me decía: "yo seré tu compañía, siempre que me busques estaré contigo, y nunca saldré de tu corazón, en lo más profundo aguardaré, nunca estarás sólo". Mas una voz melódica, juró y perjuró: "te prometo que estarás sólo al principio, y costará mirar hacia delante sin ver el precipicio, pero te harás grande y te rodearás de gozo y gloria".
Ambas eran miel y hiel a la par confundiendo dulzor con amargura, saboreando sueños despierto gracias a cierta locura que me permite mirar al cielo sin despegar los pies del suelo, deslizando mi sombra por nubes lejanas.
Ambas eran miel y hiel a la par confundiendo dulzor con amargura, saboreando sueños despierto gracias a cierta locura que me permite mirar al cielo sin despegar los pies del suelo, deslizando mi sombra por nubes lejanas.
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